El alcanfor es una sustancia cristalina con un leve color blanquecino nácar, que suele usarse tanto como insecticida, hasta como antiséptico y aromatizante.
Seguramente conoces el aroma al alcanfor, porque es bastante distintivo y fresco. Se puede conseguir en diferentes formatos:
- Aceite esencial: usado como vaporizador para aliviar dolores de estómago.
- Cremas: para masajes descontracturantes.
- Líquido: para todo tipo de aplicaciones.
¿Para qué sirve el alcanfor?
Su olor es un tanto amargo, como el de la menta. Al momento de la aplicación, es probable sentir un entumecimiento o adormecimiento, ya que el alcanfor tiene propiedades analgésicas.
Algo que solemos desconocer del alcanfor es que es absorbido rápidamente por los poros (hay que prestar atención, ya que algunas personas son alérgicas y podrían sufrir una irritación después de la aplicación tópica). Por ello, es muy importante que, si vamos a usarlo, consultemos primero con nuestro médico.
Entre otras cosas, el alcanfor sirve para:
- Repeler insectos. Así lo sugiere este estudio del Instituto Politécnico Nacional (México).
- Aliviar molestias en los músculos.
- Descongestionar las vías respiratorias.
- Reducir los dolores en los golpes, esguinces y contusiones.
- Relajar el cuerpo en combinación con otras plantas como, por ejemplo, la lavanda (según afirma este estudio realizado por el Shefa Neuroscience Research Center, de Irán).
Contraindicaciones
Aunque son muchas las aplicaciones del alcanfor, es conveniente utilizarlo con precaución, ya que una dosis excesiva puede provocar problemas en el organismo y convertirlo en tóxico. Recuerda, es imprescindible que consultes primero con tu médico de confianza.
No se recomienda el uso en niños pequeños; tampoco en mujeres embarazadas o durante el periodo de lactancia; está prohibido personas con epilepsia o enfermedad de Parkinson.
La sobreingesta de alcanfor puede causar:
- Vómitos
- Cólicos
- Irritación
- Dolor de cabeza
No debemos aplicar alcanfor en el rostro, heridas abiertas y raspones, fosas nasales (sobre todo en personas con asma) ni tampoco en caso de sufrir trastornos de la piel (dermatitis, psoriasis, etc.).